Juan Pablo Echeverri (1978-2022) was a renowned contemporary visual artist from Bogotá, Colombia. Working in photography and video, his extensive body of artwork developed from daily self-portraits begun as a teenager into an exploration of how ‘other people’ construct themselves and are constructed in the sight of others. Echeverri imagined people based on the media and lived situations we encounter every day, channeling them into his work. He was interested in how stereotypes coalesce around uniquely individual people, continually experimenting with his own appearance to reject a flattened, essentialist reading of identity.
The quotidian ritual of daily photographs, taken by automatic photobooths wherever he was in the world, fed and ran parallel to numerous photographic projects. Working almost exclusively in series enabled Echeverri to register the limitlessness of human diversity outside of his selection. Obsessed with the performativity of identity, his work queered fantasies of the self, oscillating between the point of view of icon and superfan.
International travel throughout his career led to another ritual, that of a video work in every place he visited, frequently shot and edited in one day. These pieces, often involving the artist lip-synching to the most popular song in that time and place, act both as postcards to be sent back and souvenirs to be treasured: deflating the international artist ego into that of tourist.
Alongside his visual practice, Echeverri was devoted to music, being an accomplished guitarist and vocalist. He kept multiple collections of carefully classified ephemera from popular culture in his unique art- and music-studio-apartment-gallery, a base that erased all distinction between living and working.
Juan Pablo Echeverri (1978-2022) fue un renombrado artista visual contemporáneo nacido en Bogotá, Colombia. Por medio de fotografías y videos, su extensa obra artística evolucionó de autorretratos diarios, que comenzó a tomarse cuando era un adolescente, a la exploración de cómo ‘las demás personas’ se construyen a sí mismas y cómo la mirada de otros los construye. Echeverri imaginaba a las personas a partir de los medios de comunicación y en las situaciones que se nos presentan a diario, canalizándolas en su obra. Le interesaba la forma en que los estereotipos se fusionan alrededor de personas únicas, y experimentaba continuamente con su propia apariencia, rechazando una interpretación simplista y esencialista de la identidad.
El ritual de las fotografías diarias, tomadas en un fotomatón en el lugar del mundo donde estuviera, nutría numerosos proyectos fotográficos y avanzaba paralelamente a ellos. Echeverri realizaba su trabajo casi exclusivamente por series, lo que le permitía registrar el carácter ilimitado de la diversidad humana más allá de su selección. Obsesionado con la representación de la identidad, su obra desvirtúa las fantasías del yo, oscilando entre los puntos de vista de un ícono y un súper admirador.
Los viajes internacionales a lo largo de su carrera le llevaron a otro ritual: realizaba una obra de video en cada lugar que visitaba, y generalmente la filmaba y editaba en un solo día. Estas piezas, que a menudo involucraban al artista sincronizando los labios con la canción más popular en ese momento y lugar, eran utilizadas como postales para enviar, y se convertían en recuerdos para atesorar, convirtiendo el ego de artista internacional, en el de un turista.
Paralelamente a su práctica visual, Echeverri se dedicaba a la música, siendo un guitarrista y vocalista consumado. Tenía múltiples colecciones de objetos de la cultura popular cuidadosamente clasificados en su singular apartamento-galería, y estudio de arte y música, un lugar que borró toda distinción entre vivir y trabajar.